Nos sobran los motivos

Cristian es un niño muy alegre, siempre está con una sonrisa en la cara, siempre bailando, siempre hablando y algunas veces peleándose con los otros.  Es muy cariñoso, cuando entro en el Centro de point d’eau me abraza y me da un beso y me dice “bonjour”.

Pero hoy no, hoy está muy triste.  Le saludo y no me dice nada.  Le pregunto y me dice que no quiere hablar.

Al final de la mañana me coge de la mano y me hace señas para que le cure, todo en silencio.

Luego me enteré que su hermano pequeño había muerto.

Pretendemos que estén siempre alegres, ¿no estamos nosotros algunos días mal?, ¿por qué no ellos?.

¿Qué podía hacer yo?.  Solo acercarme, decirle “lo siento”, darle unos abrazos y unos besos.

De vuelta a casa, caminando sola, ¡pensaba tantas cosas!.

Ellos no tienen juguetes ni objetos personales, no tienen casa ni pueden comer cuando tienen hambre, ni tan siquiera ropa para vestirse (se duchan y se ponen la ropa húmeda que acaban de lavar, a mano por supuesto, o no se ponen nada hasta que se seca).

Y todas estas cosas que para nosotros serían un problemón no son tan importantes.  No, porque las siguientes, las que os voy a describir en la próxima lista, ésas lo son más y también carecen de ellas.

No tienen una familia, no tienen una madre o un padre que les consuele cuando están enfermos;  no tienen un colegio al que asistir;  por no tener no tienen ni fecha de cumpleaños, ¡sí, habéis entendido bien! porque algunos no conocen el día que nacieron.  A veces, hasta el nombre es uno que se han puesto durante su estancia en la calle.

Y sin embargo, casi siempre están alegres, te reciben con abrazos, con besos, con una sonrisa sincera que te levanta el ánimo.

¡¡Ellos a ti!!.  Ellos que no tienen nada a ti que lo tienes todo.  ¿No tendría que ser al revés?.

Otra vez, nos dan una lección de superación, de esperanza, de ilusión, de alegría, de …..

Cuando nos quejemos sin motivo, acordémonos de esto.